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Antes de comenzar mi artículo creo que es de rigor que me presente mínimamente. Soy Rubén, un amigo de Santiago – el legítimo propietario de este blog – y me brindó hace una semana la posibilidad de hacer de colaborador eventual del Eternauta. Así que le dije que sí sin titubear y me dispuse a pensar en un primer artículo, siempre tiene que enganchar que ser potente. Se me ocurrieron muchas cosas, pero viendo una película – ‘Ser o no ser’ (‘To be or Not to Be’, 1942) de Ernst Lubitsch – Se me ocurrió hablar de los chistes contagiosos, en fin, creo que al final como veréis la entrada se va un poco por las ramas. Espero que os guste.
Trailer de ‘Ser o no ser’ (‘To be or Not to Be’, 1942) de Ernst Lubitsch
Uno de mis gags favoritos de Monty Phyton ocurre en las trincheras de la Segunda Guerra Mundial, cuando emplean el Chiste Más Divertido del Mundo – escrito por Ernest Scirbble - para matar al enemigo de risa. Los aliados lo descubren en una casa de Gran Bretaña y para usarlo lo traducen por partes al alemán. Así pues, como los aliados no entienden dicha lengua germánica no hacen más que caminar por el campo de batalla recitando la chanza.
El sketch del chiste de los Monty Python en el programa británica Picadilly Circus.
El 30 de enero de 1962, en un colegio de mujeres en el pequeño pueblo de Kashasha, cerca de Bukoba en la región de Tanganica - actual Tanzania- una extraña epidemia de histeria ‘cómica’ colectiva comenzó a expandirse entre sus alumnas, las cuales padecían ataques de risa con los que perdían totalmente el control. El 18 de Marzo de ese mismo año, el colegio se vio forzado a cerrar dado que 95 de sus 159 alumnas habían sido afectadas por este extraño comportamiento. Las alumnas regresaron a sus pueblos y aldeas. Diez días después estalló otro brote de risa incontrolable en la aldea de Nshamba, situada a noventa kilómetros del colegio, donde vivían algunas alumnas. Hubo un total de 217 personas afectadas. Otras niñas regresaron a su pueblo, que estaba próximo a la escuela secundaria de Ramanshenye, que se vio afectada por la epidemia a mediados de junio. Esta escuela también tuvo que cerrar, porque 48 de sus 154 alumnas padecían de risa incontrolable. El 18 de julio se produjo otro brote en la aldea de Kanyangereka, y, de nuevo, porque una alumna había vuelto a casa.
El ataque de risa duraba entre unos minutos hasta unas horas. A continuación seguía una fase de conducta normal y, por último, se producían arias recaídas a lo largo de un periodo que podía llegar a los 16 días. Afortunadamente, no hubo ningún caso mortal.
Los médicos que examinaron el brote descubrieron que todos los pacientes habían mantenido un contacto reciente con otra persona que ya padecía la dolencia. También se trataron de descubrir las causas biológicas de esta singular epidemia, llevando a cabo pruebas de laboratorio, exámenes físicos y punciones lumbares, así como el examen de los alimentos en busca de toxinas. No encontraron nada raro, aunque claro tampoco se pararon a pensar en si podía ser realmente algo psicológico, recordemos que estamos en la Tanzania de 1962.
Esta clase de contagios masivos de las emociones se denomina enfermedad psicogénica masiva (EPM). En sí, la enfermedad psicógena masiva es cuando grupos de personas, por ejemplo, en un salón de clase o todos los trabajadores de una oficina, comienzan a sentirse enfermos a pesar de que no existe ninguna razón física o ambiental para que ellos se sientan enfermos. Hay dos tipos fundamentales de EPM:
· El tipo ansiedad pura: los afectados pueden sentir síntomas físicos, incluidos dolor abdominal, dolor de cabeza, desmayos, falta de aire, arcadas, etc.
· El tipo motor: los afectados se pueden dejar llevar por un baile histérico, falsos ataques epilépticos y ataques de risa.
El primero caso documentado de EPM se remonta a 1374, cuando, poco después de la Peste Negra que asoló Europa, empezó a contagiarse la manía de bailar. La primera “manía” brotó en lo que hoy es la ciudad alemana de Aquisgrán. Tal y como afirmó en 1844 el historiador alemán J. F. C. Hecker, especialista en historia de la medicina, en su libro Las epidemias de la Edad Media, éstas afectaron a personas que:
“(…) unidas en su común delirio, montaban en público (tanto en calles como en las iglesias) el siguiente espectáculo: se cogían de la mano y formaban un círculo y, habiendo perdido en apariencia el control de sus sentidos y sin que les importase que las estuvieran mirando, se ponían a bailar durante horas llevadas por un frenesí salvaje hasta que caían al suelo exhaustas. Luego se quejaban de sentir un gran ahogo y gruñían como si estuvieran a las puertas de la muerte.”
Como imaginaréis, en aquella época se creía que la causa de estos desórdenes era de origen demoníaco. Pero hoy sabemos que el fenómeno responde a una causa psicológica.
No todos los casos son referidos a la risa, como vemos el EPM responde a una alteración muy grave del sistema nervioso central y del control de segregación de sustancias del hipotálamo; encargado de los sentimientos como la felicidad, el miedo, el dolor, etc. En el siguiente caso vemos como lo que se contagió no fue la risa, sino el miedo.
Sucedió en la escuela de secundaria de Warren County, situada en un pueblo de Tennessee, el 12 de noviembre de 1998. Una profesora refirió haber olido a gasolina y que ello le producía dolores de cabeza, desaliento y mareos. Pronto esto se contagió a los alumnos. Un total de 100 personas acudieron al hospital ese día por esta razón. 38 de ellas fueron ingresadas. El instituto permaneció cerrado durante 4 días. Se inspeccionaron conductos de aire, cañerías y desagües del instituto, se extrajeron muestras de los terrenos colindantes, se examinaron muestras de agua y de basura. Se analizó el aire con instrumentos sofisticados como tubos colorimétricos, detectores iónicos, detectores de fotoionización, medidores de radiación e indicadores de gas-combustible. Todo negativo. Diagnóstico: epidemia de histeria colectiva masiva. Por supuesto, los padecimientos de los pacientes eran reales - su dolor era cierto - su ingreso estaba justificad, pero las causas eran sólo psicológicas, no físicas. Así de poderoso es el contagio emocional de nuestros semejantes.
Seguro que ahora os estaréis preguntando, ¿Cómo sabemos que un brote de enfermedad es por causa de una enfermedad psicógena masiva? Los siguientes síntomas podrían indicar que una enfermedad en grupo es por causa de una EPM:
· Muchas personas se enferman al mismo tiempo.
· Los exámenes físicos y los análisis demuestran resultados normales.
· Los médicos no pueden encontrar nada en el entorno del grupo que podría hacer que la gente enfermara; por ejemplo, algún tipo de sustancia tóxica en el aire, agua o comida.
Los patrones del brote, como por ejemplo, el tipo de enfermedades que se reportan, el tipo de personas que se ven afectadas, la manera como la enfermedad se propaga también podrían dar evidencia de enfermedad psicógena masiva. Sin embargo, si lo siguiente se aplica a usted, debe ir a ver a su médico para que le examine para su problema de salud por un motivo diferente:
· Su enfermedad dura varios días
· Tiene fiebre
· Está teniendo espasmos musculares
· Le siguen saliendo lágrimas de los ojos
· Siente la piel como si se la hubiera quemado
Y, para acabar, aunque obviamente lo más recomendado en todos los casos es acudir a un especialista sepa que la mayoría de estos brotes paran cuando la gente se aparta del lugar donde la enfermedad comenzó. Las señas de enfermedad tienden a desaparecer una vez que las personas son examinadas y que los médicos les determinan que no tienen una enfermedad peligrosa. Es importante mantener a la gente que se siente enferma lejos de la conmoción y el estrés del brote. Vuelva, solo cuando un experto haya analizado su caso y vea que no hay peligro de recaída.
Ya sabéis, divertiros, vivid, sentid, pero cuidado con las EPM… Pueden ser mortales :D
Me parece muy curiosa esta colaboración. El poder de la mente es increíble. Lo que somos capaces de creer que pasa cuando realmente no pasa nada. Eso sí, yo preferiría tener un ataque de risa, que no de pánico. Al menos pasaría un buen rato! Un saludo
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